33 Domingo del Tiempo Ordinario B

Deja las excusas «Estamos llamados a vivir el presente, construyendo nuestro futuro con serenidad y confianza en Dios» ¿Cómo me encontraría el Señor si viniese hoy mismo?   ¿En qué pongo mis seguridades? ¿Cuales son los cimientos de mi vida? ¿ Pienso, espero con ilusión y vivo con el deseo de gozar del Amor de […]

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32 Domingo del Tiempo Ordinario B

 ¿Qué te mueve cuando haces algo por los demás: el aplauso, tranquilizar tu conciencia o por el contrario intentas dar-darte  en las situaciones que se presentan cada día con sencillez y sin ruido ?

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El episodio del Evangelio de este domingo se compone de dos partes: en una se describe cómo no deben ser los seguidores de Cristo; en la otra, se propone un ideal ejemplar de cristiano.
 
Comencemos por la primera, qué cosa no tenemos que hacer: en la primera parte, Jesús adeuda a los escribas, maestros de la ley, tres defectos que se manifiestan en su estilo de vida: soberbia, avidez e hipocresía. A ellos «les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes» (Mc 12,38-39). Pero, bajo apariencias tan solemnes, se esconden falsedad e injusticia. Mientras se pavonean en público, usan su autoridad – así dice Jesús – para «devorar los bienes de las viudas» (cfr v 40), a las que se consideraba, junto con los huérfanos y los extranjeros, como a las personas más indefensas y desamparadas. En fin, los escribas – dice Jesús –  «fingen hacer largas oraciones» (v 40).
 
También hoy existe el riesgo de asumir estas conductas. Por ejemplo, cuando se separa la oración de la justicia, porque no se puede rendir culto a Dios y causar daño a los pobres. O cuando se dice que se ama a Dios y, sin embargo, se antepone a Él la propia vanagloria, el propio provecho… 

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Campaña personas sin Hogar -domingo, 31 de octubre de 2021

“Digamos basta. Nadie Sin Hogar”.

El día de las personas en situación de sin hogar se celebra el último domingo de octubre, este año será el día 31. Y lo hacemos manteniendo nuestra interpelación a toda la sociedad, modificando el lema que venimos incorporando en las últimas campañas para hablar en plural, interpelándonos como sociedad: “Digamos basta. Nadie Sin Hogar”…

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31 domingo del Tiempo Ordinario -B

¿Cuánto amas tú?
«El amor es la medida de la fe. ¿Cuánto amas tú? Y cada uno se da la respuesta.
¿Cómo es tu fe? Mi fe es como yo amo. 
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El Evangelio de hoy nos recuerda que toda la Ley divina se resume en el amor a Dios y al prójimo. Un escriba se acercó a Jesús y le hizo esta pregunta: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?». Jesús, citando el libro del Deuteronomio, le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este mandamiento es el principal y primero» Y hubiese podido detenerse aquí. En cambio, Jesús añadió algo que no le había preguntado el doctor de la ley. Dijo: «El segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Tampoco este segundo mandamiento Jesús lo inventa, sino que lo toma del libro del Levítico. Su novedad consiste precisamente en poner juntos estos dos mandamientos —el amor a Dios y el amor al prójimo— revelando que ellos son inseparables y complementarios, son las dos caras de una misma medalla. No se puede amar a Dios sin amar al prójimo y no se puede amar al prójimo sin amar a Dios. El Papa Benedicto nos dejó un bellísimo comentario al respecto en su primera encíclica Deus caritas est, (nn. 16-18)… 

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29 Domingo del tiempo ordinario – Ciclo B

¿ Qué le pido yo al Señor?
¿ En qué quiero ser el primero y en qué quiero ser el último?
¿Llevo mis dificultades y problemas con esperanza, asumiendo  que  la cruz es el medio para alcanzar la Gloria de Dios?
¿Cómo sirvo yo a mis familiares, amigos, comunidad parroquial?

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Las lecturas bíblicas de hoy nos hablan del servicio y nos llaman a seguir a Jesús a través de la vía de la humanidad y de la cruz
 
El profeta Isaías describe la figura del Siervo de Yahveh (53,10-11) y su misión de salvación. Se trata de un personaje que no ostenta una genealogía ilustre, es despreciado, evitado de todos, acostumbrado al sufrimiento. Uno del que no se conocen empresas grandiosas, ni célebres discursos, pero que cumple el plan de Dios con su presencia humilde y silenciosa y con su propio sufrimiento. Su misión, en efecto, se realiza con el sufrimiento, que le ayuda a comprender a los que sufren, a llevar el peso de las culpas de los demás y a expiarlas. La marginación y el sufrimiento del Siervo del Señor hasta la muerte, es tan fecundo que llega a rescatar y salvar a las muchedumbres.
Jesús es el Siervo del Señor: su vida y su muerte, bajo la forma total del servicio (cf. Flp 2,7), son la fuente de nuestra salvación y de la reconciliación de la humanidad con Dios. El kerigma, corazón del Evangelio, anuncia que las profecías del Siervo del Señor se han cumplido con su muerte y resurrección. La narración de san Marcos describe la escena de Jesús con los discípulos Santiago y Juan, los cuales –sostenidos por su madre– querían sentarse a su derecha y a su izquierda en el reino de Dios (cf. Mc 10,37), reclamando puestos de honor, según su visión jerárquica del reino. El planteamiento con el que se mueven estaba todavía contaminado por sueños de realización terrena. Jesús entonces produce una primera «convulsión» en esas convicciones de los discípulos haciendo referencia a su camino en esta tierra: «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis … pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes está reservado» (vv. 39-40). Con la imagen del cáliz, les da la posibilidad de asociarse completamente a su destino de sufrimiento, pero sin garantizarles los puestos de honor que ambicionaban. Su respuesta es una invitación a seguirlo por la vía del amor y el servicio, rechazando la tentación mundana de querer sobresalir y mandar sobre los demás… 

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