Cada año, en el filo de un cambio de actividades, celebramos la Natividad de San Juan Bautista. Juan es el amigo, Cristo es el Esposo. Juan es la voz, Cristo es la Palabra. Juan es la lámpara, Cristo es la luz. Juan es el precursor, Cristo es la Buena Noticia en persona. Juan es el mensajero, Cristo es el Mensaje. Juan anuncia la necesidad de allanar el camino, Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida. Juan bautiza con agua, Cristo bautiza con Espíritu Santo y fuego. Juan nace de una anciana estéril; Cristo, de una joven virgen. El futuro padre de Juan no cree el anuncio de su nacimiento y se queda mudo; la Virgen cree el mensaje del nacimiento de Cristo, lo concibe por la fe y su lengua proclama la grandeza del Señor.
Juan viene a ser como la línea divisoria entre los dos Testamentos, el Antiguo y el Nuevo. Él es como la personificación de lo antiguo y el anuncio de lo nuevo. Porque personifica lo antiguo, nace de padres ancianos; porque personifica lo nuevo, es declarado profeta en el seno de su madre. Aún no ha nacido y, al visitar la Virgen María a su pariente Isabel, Juan salta de gozo en las entrañas de su madre. Con ello queda ya señalada su misión, aun antes de nacer; queda demostrado de quién es precursor, antes de que él lo vea…