1. En estos últimos años ha aumentado considerablemente el número de fieles afectados por la enfermedad celíaca, patología consistente en una intolerancia permanente al gluten, sustancia que se encuentra en el trigo y en otros cereales.
El celíaco tiene que abstenerse permanentemente de comer alimentos que contengan, aun en poca cantidad, gluten. De hecho, por el momento no existen fármacos curativos. La única terapia válida es una dieta estricta. En este estado, el celíaco no puede acercarse a recibir la Comunión Eucarística, ya que las hostias utilizadas comúnmente en la celebración de la Eucaristía están fabricadas con harina de trigo y, portante, contienen gluten.
2. La Iglesia ha estudiado durante estos últimos años cómo resolver las dificultades de estas personas para la Comunión Eucarística, fruto de lo cual han emanado varios documentos: CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Carta a los presidentes de las Conferencias Episcopales sobre la materia eucarística, de 19 de junio de 1995; COMISIÓN EPISCOPAL DE LITURGIA, Nota sobre la comunión de los celíacos, de 20 de febrero de 2003. La doctrina constante de la Iglesia a este respecto se resume en los siguientes puntos:
a) Condiciones para la validez de la materia:
• Las hostias especiales, que carecen absolutamente de gluten («quibus glutinum ablatum est») son materia inválida para la Eucaristía.
• Sin embargo, son materia válida para la Eucaristía las hostias donde la cantidad de gluten presente es suficiente para obtener la panificación, sin añadidos de materias extrañas o cuando el procedimiento usado en su confección no desnaturalice la sustancia del pan.
b) Modo de acercase a la Comunión:
• El Ordinario, confirmada la presencia de la patología y verificado que el producto usado está conforme a las exigencias dichas anteriormente, puede conceder a los celíacos recibir la Comunión con hostias que contengan el mínimo contenido de gluten, siempre y cuando no perjudique a su salud.
• Esta solución satisfacía, en principio, las exigencias planteadas por los celíacos; sin embargo, la imposibilidad de encontrar hostias de estas características ha conllevado hasta el día de hoy que los celíacos continuasen comulgando bajo la sola especie de vino, b que comportaba graves dificultades para los abstemios y, sobre todo, para los niños.
3. En este contexto, diferentes asociaciones de celíacos se han interesado en la búsqueda de una solución definitiva a su problema. Así, han conseguido que se elaboren hostias confeccionadas con almidón de trigo. Estas hostias contienen una cantidad imperceptible de gluten, atestiguada por informes de laboratorio, lo que permite la panificación, con lo que la materia empleada es válida para la Consagración Eucarística, sin que perjudique la salud de los celíacos. El resultado de este hallazgo fue reconocido por la Congregación para la Doctrina de la Fe, la cual, mediante carta de su secretario S.E. Mons. Tarcisio Bertone, al presidente de la Asociación Italiana de Celíacos, con fecha 17 de agosto de 2001 (Prot. 89/78-1354), comunicó que este tipo de hostias respetaban «las decisiones tomadas en su momento por el Dicasterio acerca del uso del pan con poca cantidad de gluten» y, por lo tanto, juzgó «favorablemente» la iniciativa tomada por los celíacos y los consiguientes resultados fueron considerados «conforme a las disposiciones en orden a la materia válida para la Consagración y a los necesarios parámetros que salvaguarden la salud de fiel celíaco».
4. A la vista de todo ello, el Obispo de Huesca ha estimado conveniente dar la siguiente normativa, de manera de que se facilite el acceso de los fieles celíacos al pan eucarístico, garantizando la validez de la materia utilizada:
a) Los sacerdotes se informarán sobre la enfermedad celíaca y sus consecuencias. Se les anima a conocer a sus propios fieles celíacos y a que les ayuden para que sean aliviadas las dificultades y las incomodidades que encuentran para su vida cotidiana y para la participación en la Eucaristía.
b) Bastará que la persona que padece la enfermedad, o su en caso los padres o familiares del niño que la tiene, informen del deseo de comulgar al párroco o al ministro de la Eucaristía que se trate. Éste les acogerá con la mayor delicadeza y, sin reclamar mayores explicaciones, facilitará al fiel celíaco la Comunión en la forma que crea más oportuna de entre las permitidas por la Iglesia: bajo la sola especie de vino o mediante las hostias especiales antes indicadas. Para ello, cada parroquia se proveerá de las hostias confeccionadas con almidón de trigo, que contengan la cantidad de gluten anteriormente indicada, y que por ello sean idóneas para la Comunión de los celíacos. Tales hostias deben conservarse en un recipiente aparte, para evitar cualquier forma de contacto con las formas normales.
c) En la celebración eucarística se tomarán las siguientes precauciones:
• En la preparación. Se recomienda vivamente a quienes disponen lo necesario para la celebración que preparen las hostias especiales para celíacos antes tocar las hostias normales. Las hostias para celíacos se colocarán en una píxide cerrada, fácilmente reconocible para evitar todo contacto con las hostias comunes.
• Para la distribución de la comunión. El ministro (sacerdote, diácono o ministro extraordinario), antes de dar la comunión a los celíacos, deberá lavarse las manos, si antes ha tocado las otras hostias.
• Cuando fuera necesario, se conservará en el sagrario una píxide, cerrada y fácilmente distinguible, que contenga las hostias especiales y que se destinará para la comunión fuera de la Misa de los fieles celíacos enfermos o ancianos, si los hubiere.
• Cuando los fieles celíacos accedan a la comunión bajo la sola especie del vino, el sacerdote celebrante consagrará el vino en un cáliz distinto, sobre el cual no se partirá el pan eucarístico ni se introducirá fragmento alguno de hostia común. Asimismo, se debe disponer de un purificador cuyo uso sea exclusivo del celíaco.