Necesitamos rezar, entrar en contacto con Dios
La Iglesia tiene un gran tesoro de oraciones litúrgicas, preciosas, que deberíamos conocer y utilizar en nuestras vidas. Sí, necesitamos rezar, entrar en contacto con Dios, no solamente cuando estamos eufóricos o deprimidos, sino en cualquier circunstancia de nuestra vida.
Para ello, viene bien retener alguna frase de las oraciones litúrgicas, o del Evangelio, y repetirla a lo largo del día a modo de jaculatoria. Esto no es algo extraño o pasado de moda. ¿No hacen eso mismo los jóvenes con las canciones de moda? A lo largo del día escuchan, cantan y repiten aquellas canciones que más les gustan, hasta aprenderlas de memoria, de manera que sus gestos y comportamientos responden, muy a menudo, a aquello que han aprendido en esas canciones que tanto les gusta cantar.
Eso mismo enseñó a hacer san Benito de Nursia a sus monjes. No tenían libros, pero repetían una y otra vez los Salmos, hasta aprenderlos de memoria, y cuando estaban en silencio, en su celda, o trabajando en el campo o en cualquier otro lugar, las palabras de los Salmos les brotaban de la memoria del corazón, con toda naturalidad, pudiendo saborearlas y sintiéndose empujados a llevarlas a la práctica.
Sin embargo quiero dejar claro que no es fácil pasar el día entero recordando esa o esas frases que nos han tocado interiormente. Por ello, es bueno que, en un rato de oración, al comienzo del día, dejemos que varias frases o palabras del salterio o de la Biblia vayan calando en nuestro corazón, de manera que después, sin forzar demasiado, sino de forma casi espontánea, puedan ir resonando como un eco a lo largo de todo el día. Al principio hay que hacer un poco de esfuerzo para retomar esas frases o palabras pero, poco a poco, se consigue que surjan espontáneamente. Santa Teresa de Jesús se quedaba como extasiada ante la oración del Padrenuestro. Se paraba en la palabra “Padre” y no lograba avanzar más. Esa palabra le llenaba de un enorme gozo y consuelo interior. El Peregrino Ruso recitaba una y mil veces, a lo largo del día y de los meses, esa hermosa frase del Evangelio: Señor Jesús, ten misericordia de mi que soy un pecador. Esa frase era como la llave que le abría la puerta del encuentro íntimo y cordial con el Señor.
No dejemos de tener diariamente un tiempo y un espacio para situarnos ante la Presencia amorosa de Dios. Y poder meditar esas Palabras divinas, eternas, que dan fuerza y vida, que dan tanto consuelo y esperanza.
Dejemos que alguna frase de la Escritura, o de las oraciones litúrgicas, vayan siendo rumiadas y meditadas en el silencio de nuestro corazón. Ellas nos llevarán ciertamente al encuentro de Cristo que es Camino. Verdad y Vida.
+ Juan José Omella Omella
Obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño
Fuente: www.iglesiaenlarioja