10 º domingo de Tiempo Ordinario – Ciclo C – Reflexión

 
Palabra de Dios
 
«La misericordia de Dios da vida al hombre»
 
 
La misericordia de Jesús no es sólo sentimiento, es más, es una fuerza que da vida, ¡que resucita al hombre! Nos lo dice el Evangelio de hoy, en el episodio de la viuda de Naím (Lc 7,11-17). Jesús acompañado de sus discípulos está llegando justamente a una ciudad llamada Naím, un pueblo de Galilea, en el momento en el que llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda. La mirada de Jesús se fijó inmediatamente en la mujer en lágrimas. Dice el evangelista Lucas: «Al verla, el Señor se conmovió» (v. 13). Esta «compasión» es el amor de Dios por el hombre, es la misericordia, o sea la actitud de Dios en contacto con la miseria humana, con nuestra indigencia, nuestro sufrimiento, nuestra angustia. El término bíblico «compasión» evoca las entrañas maternas: de hecho, la madre experimenta una reacción exclusivamente suya frente al dolor de los hijos. Así nos ama Dios, dice la Escritura.
 
Y ¿cuál es el fruto de este amor? ¡Es la vida! Jesús dice a la viuda de Naím: «¡No llores!», luego llamó al muchacho muerto y lo despertó como de un sueño (cfr vv. 13-15). Pensemos en esto. Es bello. La misericordia de Dios da vida al hombre, lo resucita de la muerte…
 

 

 El Señor nos mira siempre con misericordia, nos espera con misericordia. ¡No tengamos miedo de acercarnos a Él! ¡Tiene un corazón misericordioso! Si le mostramos nuestras heridas interiores, nuestros pecados, Él nos perdona siempre. ¡Es pura misericordia! No olvidemos esto: es pura misericordia ¡Vayamos a Jesús!

 Dirijámonos a la Virgen María: su corazón inmaculado, corazón de madre, ha compartido al máximo la «compasión» de Dios, especialmente a la hora de la pasión y de la muerte de Jesús. Que María nos ayude a ser mansos, humildes y misericordiosos con nuestros hermanos.
 
 Papa Francisco
Ángelus, 9 de junio de 2013
Radio Vaticano
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«Dios ha visitado a su pueblo»
 
Con su testimonio el cristiano debe mostrar a los demás las mismas actitudes de Dios cuando visita a su pueblo: la cercanía, la compasión, la capacidad de devolver la esperanza.
 
«Dios ha visitado a su pueblo» es una expresión «que se repite en la Escritura», hizo notar inmediatamente el Pontífice refiriéndola al episodio evangélico de la resurrección del hijo de la viuda de Naín relatado por san Lucas (7, 11-17). Son palabras que, precisó, tienen un «sentido especial», diverso de esas expresiones como «Dios ha hablado a su pueblo» o «Dios ha dado los mandamientos a su pueblo» o también «Dios ha enviado un profeta a su pueblo».
 
Al afirmar que «Dios ha visitado a su pueblo», recalcó, «hay algo más, hay algo nuevo». Se la encuentra en la Escritura, por ejemplo, en relación con la vicisitud de Noemí, de la que —hizo notar el Papa— se dice: «Dios la visitó en su vejez y la hizo abuela». Lo mismo, añadió, «se dice de Isabel, la prima de María: Dios la ha visitado y la hizo madre».
 
Por lo tanto, «cuando Dios visita a su pueblo, quiere decir que su presencia está allí de manera especial». Y, destacó el Papa Francisco recordando el episodio de Naín, «en este pasaje del Evangelio, donde se relata esta resurrección del muchacho, hijo de la madre que era viuda, el pueblo dice esta frase: Dios nos ha visitado».
 
¿Por qué usa precisamente esta expresión? ¿Sólo porque Jesús —se preguntó el Pontífice— «ha hecho un milagro?». En realidad hay «más». En efecto, la cuestión fundamental es comprender «cómo visita Dios».
  
Dios, puso en evidencia el obispo de Roma, visita «antes que nada con su presencia, con su cercanía». En el pasaje evangélico Jesús «era cercano a la gente: un Dios cercano que logra entender el corazón de la gente, el corazón de su pueblo». Luego, relata san Lucas, «ve ese cortejo y se acerca». Por eso «Dios visita a su pueblo», está «en medio de su pueblo, acercándose». La «cercanía es el modo de Dios».
 
Además, observó nuevamente el Pontífice, «hay una expresión que se repite en la Biblia muchas veces: “El Señor tuvo gran compasión”». Y es precisamente «la misma compasión que, dice el Evangelio, tenía cuando vio a tanta gente como ovejas sin pastor». Es un hecho entonces que, «cuando Dios visita a su pueblo, le está cercano, se le acerca y siente compasión: se conmueve». Él «está profundamente conmovido como lo estuvo ante la tumba de Lázaro». Y conmovido como el padre, en la parábola, cuando ve volver a casa al hijo pródigo.
 
«Cercanía y compasión: así el Señor visita a su pueblo» reafirmó el Papa Francisco. Y «cuando queremos anunciar el Evangelio, llevar adelante la palabra de Jesús, esta es la senda». En cambio, «la otra senda es la de los maestros, de los predicadores del tiempo: los doctores de la ley, los escribas, los fariseos». Personalidades «lejanas al pueblo», que «hablaban bien, enseñaban bien la ley». Sin embargo, estaban «alejados». Y «esto no era una visita del Señor: era otra cosa». Tanto que «el pueblo no sentía esto como una gracia, porque faltaba la cercanía, faltaba la compasión, es decir, sufrir con el pueblo».
 
A la «cercanía» y a la «compasión» el Papa añadió «otra palabra que es propia del Señor cuando visita a su pueblo». Escribe san Lucas: «El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Él —Jesús— se lo entregó a su madre». Así que, «cuando Dios visita a su pueblo, devuelve al pueblo la esperanza. ¡Siempre!».
 
Al respecto el Papa Francisco hizo notar que «se puede predicar brillantemente la palabra de Dios» y «han habido en la historia tantos buenos predicadores: pero si estos predicadores no lograron sembrar esperanza, esa predicación no sirve. Es vanidad».
 
Precisamente la imagen propuesta por el Evangelio de san Lucas, sugirió el Pontífice, puede hacernos entender a fondo «lo que significa una visita de Dios a su pueblo». Lo comprendemos «mirando a Jesús en medio de ese gran gentío; mirando a Jesús que se acerca a ese cortejo fúnebre, la madre que llora y Él que le dice “no llores”, quizás la acarició; mirando a Jesús que devolvió el hijo vivo a su mamá». Así, concluyó el Pontífice, podemos «pedir la gracia de que nuestro testimonio de cristianos traiga la visita de Dios a su pueblo, es decir, de cercanía que siembra la esperanza».
Papa Francisco
 
Fragmentos homilía Misa en Santa Marta, 16.09.14
Fuente: L’Osservatore Romano,
ed. sem. en lengua española,
 n. 38, viernes 19 de septiembre de 2014 
Publicado en Lectio Divina.

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