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Bodas de Plata Sacerdotales de nuestro párroco D. Juan Antonio Fernández

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El pasado 9 de junio, un numeroso grupo de personas entre los que se encontraba la familia de D. Juan Antonio, miembros de los diversos grupos que componen la comunidad parroquial y fieles en general participamos en la emotiva Eucaristía de Acción de Gracias  por los 25 años de vida sacerdotal de nuestro párroco.
 
La celebración comenzó con la intervención de D. Juan José  que hizo un  resumen de la trayectoria como sacerdote de D. Juan Antonio desde su ordenación en la catedral de Sigüenza por monseñor Jesús Pla.
 
En la homilía  hubo un especial recuerdo para las personas de las que Dios se sirvió para   su llamada al sacerdocio. Resaltó la vocación sacerdotal como don y misterio: «No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure». (Jn. 15, 16). Asimismo  pidió nuestra oración por las vocaciones sacerdotales y la valoración del sacerdote como instrumento de Cristo; es Cristo quien actúa a través de él, para derramar su gracia sobre las almas.
 
En la acción de gracias fueron emotivas las palabras que en nombre de la comunidad parroquial, le dedicó Aurora, colaboradora en muchas  de las tareas de la parroquia,  en las que hizo referencia al día en que fue ordenado sacerdote, celebración en la que ella estuvo presente.
El coro de señoras de la parroquia preparó los cantos con especial cariño para la ocasión.
 
Al término de la misa se hizo entrega de varios regalos entre los que destacó un alba y dos estolas, finalizando con un fuerte aplauso de todos los asistentes.
 
Como recordatorio, se nos obsequió con una estampa con la imagen de Nuestra Sra. la Virgen de la Soledad, patrona de Horche, con el texto del Salmo 115,3-4: “¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre”
 
Por último hubo tiempo para disfrutar de un ágape y de unos momentos de convivencia. 
 

   “Si desapareciese el sacramento del Orden, no tendríamos al Señor. ¿Quién lo ha puesto en el sagrario? El sacerdote. ¿Quién ha recibido vuestra alma apenas nacidos? El sacerdote. ¿Quién la nutre para que pueda terminar su peregrinación? El sacerdote. ¿Quién la preparará para comparecer ante Dios, lavándola por última vez en la sangre de Jesucristo? El sacerdote, siempre el sacerdote. Y si esta alma llegase a morir [a causa del pecado], ¿quién la resucitará y le dará el descanso y la paz? También el sacerdote… ¡Después de Dios, el sacerdote lo es todo!… Él mismo sólo lo entenderá en el cielo”. (Juan- María Vianney)


 
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