Fiesta de San Vicente de Paúl



Festividad de San Vicente de Paúl


El jueves 27 de septiembre, con motivo de la fiesta de San Vicente de Paúl, patrón de las Conferencias de San Vicente, se celebró una Eucaristía en nuestra parroquia, de la que recogemos a continuación la lectura introductoria a la misma, realizada por D. Antonio Pajares, miembro de la Sociedad, que refleja a la perfección el espíritu de la misma.

Queridos asistentes a esta Santa Misa:

En el mes de septiembre la Sociedad de San Vicente de Paúl cuenta con sus dos fiestas más principales: el pasado día 8 fue la festividad de uno de los fundadores más destacados, el Beato Federico Ozanam, y hoy día 27, nuestro Santo patrón S. Vicente de Paúl.

La Conferencia de San Nicolás el Real de Guadalajara hace coincidir ambas fiestas por ser el día 8 de septiembre la festividad de nuestra Patrona la Virgen de la Antigua.

Las Conferencias de Caridad, desde su fundación en 1833, han tenido por finalidad la ayuda espiritual y material de los pobres y marginados.

Para el cumplimiento de este servicio a los necesitados, los vicentinos, católicos practicantes, consideramos fundamental la oración, que es para nosotros el alimento espiritual que nos pone en contacto con el Padre, a quien exponemos las penurias actuales y las múltiples necesidades de tantos y tantos hermanos que acuden a nuestra puerta implorando ayuda para poder cubrir sus necesidades básicas.. Él no nos ha abandonado en ningún momento, es más, conforme han aumentado los necesitados, se han incrementado las ayudas recibidas.

Los Vicentinos de la Conferencia de San Nicolás agradecemos a quienes habéis querido acompañarnos en esta celebración y os pedimos os unáis a nosotros elevando la oración al Padre, para que Él, en su caridad infinita, nos ayude para que podamos socorrer a tantos necesitados y sobre todo que tengamos la sencillez y la humildad para mirar al prójimo como Dios lo mira.

Agradecemos muy sinceramente las ayudas recibidas y animamos a quienes tienen deseos de servir a los pobres, que acudan a nosotros y les recibiremos con los brazos abiertos.

Pedimos al Altísimo que suscite en la familia vicenciana la unidad, sencillez, la humildad y el fuego de la caridad que abrazó a San Vicente de Paúl.

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Al final de la Misa los miembros de la Conferencia de San Nicolás el Real, renovaron su compromiso de servicio a los más necesitados.

RENOVACIÓN DEL COMPROMISO

Señor, estamos humildemente postrados delante de tu altar, para renovarte nuestro compromiso de servicio a los más necesitados de nuestros hermanos, como miembros activos que somos, de la Sociedad de San Vicente de Paúl.

Aunque el desaliento por el poco fruto nos asalte, y aunque la flaqueza nos ablande, aunque nos falten los medios económicos y humanos, y aunque se vinieran al suelo nuestras obras y tuviéramos que empezar de nuevo, mientras nos queden unas monedas que repartir, un poco de energía que gastar, una palabra que decir, un aliento de nuestro corazón que pueda servir para gloria tuya y bien de nuestros hermanos, estaremos firmes, decididos, sonrientes, disponibles siempre.

Ocupemos nuestro puesto, el que a cada uno de nosotros nos has señalado, con los ojos de la cara fijos en el prójimo y en sus necesidades, para socorrerlos, y con los ojos del alma fijos en tu corazón.

Madre Inmaculada, nos consagramos a ti y te pedimos fe y fuerzas, para que no nos cansemos en el cumplimiento de nuestra vocación vicentina.

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Durante la homilía, nuestro párroco D. Juan José, hizo referencia al siguiente texto:
 San Vicente de Paúl, Carta 2.546
EL SERVICIO A LOS POBRES
 HA DE SER PREFERIDO A TODO
Nosotros no debemos estimar a los pobres por su apariencia externa o su modo de vestir, ni tampoco por sus cualidades personales, ya que, con frecuencia, son rudos e incultos. Por el contrario, si consideráis a los pobres a la luz de la fe, os daréis cuenta de que representan el papel del Hijo de Dios, ya que él quiso también ser pobre. Y así, aun cuando en su pasión perdió casi la apariencia humana, haciéndose necio para los gentiles y escándalo para los judíos, sin embargo, se presentó a éstos como evangelizador de los pobres: Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres. También nosotros debemos estar imbuidos de estos sentimientos e imitar lo que Cristo hizo, cuidando de los pobres, consolándolos, ayudándolos y apoyándolos.
 
Cristo, en efecto, quiso nacer pobre, llamó junto a sí a unos discípulos pobres, se hizo él mismo servidor de los pobres, y de tal modo se identificó con ellos, que dijo que consideraría como hecho a él mismo todo el bien o el mal que se hiciera a los pobres. Porque Dios ama a los pobres y, por lo mismo, ama también a los que aman a los pobres, ya que, cuando alguien tiene un afecto especial a una persona, extiende este afecto a los que dan a aquella persona muestras de amistad o de servicio. Por esto, nosotros tenemos la esperanza de que Dios nos ame, en atención a los pobres. Por esto, al visitarlos, esforcémonos en cuidar del pobre y desvalido, compartiendo sus sentimientos, de manera que podamos decir como el Apóstol: Me he hecho todo a todos. Por lo cual, todo nuestro esfuerzo ha de tender a que, conmovidos por las inquietudes y miserias del prójimo, roguemos a Dios que infunda en nosotros sentimientos de misericordia y compasión, de manera que nuestros corazones estén siempre llenos de estos sentimientos.

El servicio a los pobres ha de ser preferido a todo, y hay que prestarlo sin demora. Por esto, si en el momento de la oración hay que llevar a algún pobre un medicamento o un auxilio cualquiera, id a él con el ánimo bien tranquilo y haced lo que convenga, ofreciéndolo a Dios como una prolongación de la oración. Y no tengáis ningún escrúpulo ni remordimiento de conciencia si, por prestar algún servicio a los pobres, habéis dejado la oración; salir de la presencia de Dios por alguna de las causas enumeradas no es ningún desprecio a Dios, ya que es por él por quien lo hacemos.
 
Así pues, si dejáis la oración para acudir con presteza en ayuda de algún pobre, recordad que aquel servicio lo prestáis al mismo Dios. La caridad, en efecto, es la máxima norma, a la que todo debe tender: ella es una ilustre señora, y hay que cumplir lo que ordena. Renovemos, pues, nuestro espíritu de servicio a los pobres, principalmente para con los abandonados y desamparados, ya que ellos nos han sido dados para que los sirvamos como a señores.

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Para conocer más este movimiento ir a:
Grupos parroquiales>Conferencias de San Vicente de Paúl
Publicado en Conferencias de San Vicente de Paúl-Cáritas.

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