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¿Cómo va tu Adviento?

 
 
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«Haz un alto. Piensa en tu vida y en la de tu familia. Mira cómo has vivido hasta ahora estos días de preparación para la Navidad. Los primeros cristianos repetían constantemente en su celebraciones y encuentros “Marana- tha” (ven Señor) con anhelo y esperanza, con deseo y constancia. Dejando que esa realidad engendrase en ellos un compromiso. El Adviento es un tiempo precioso para vivir en tu parroquia, pero también en tu familia que es Iglesia doméstica. Seguro que estos días sacarás algún momento para adornar tu hogar, pensando en tus hijos o en tus nietos, con el Nacimiento de tanta tradición en tu casa o el árbol de Navidad. Prepararás el encuentro familiar de la Nochebuena o del día de Navidad. Incluso serás cómplice de los Magos de Oriente cuando visiten nuestra tierra. Pero no olvides que todo eso tiene sentido por el nacimiento de Jesús. Prepárate para recibirlo. Dios es fiel, no desdice sus promesas, -¡lo confirma la Navidad!- y los cristianos que formamos la Iglesia debemos renovar nuestra misión ante el mundo para que todos conozcan lo mucho que a Dios le importamos los hombres «…
    
Hemos pasado la fiesta de la Inmaculada Concepción de María, que nos dispone para el recibimiento del Niño Jesús “sin mancha ni arruga”, de forma adecuada, preparándonos de verdad para que nada obstaculice su venida. De la mano de María podemos aprender a vivir este tiempo de gracia. Ella es la mujer de la espera, la Virgen del Adviento. Sabe trasformar la espera en presencia, la presencia en don. Se convierte en ejemplo para toda la Iglesia que quiere vivir, como María, la nueva presencia de Cristo que irrumpe en nuestras vidas, en nuestras familias y hogares, y que, a través nuestro, como María nos enseña, quiere iluminar al mundo.
 
Como creyentes es bueno que apreciemos la profundidad de lo que la liturgia de este tiempo nos propone. No podemos dejar ahogar tanta riqueza entre las prisas, las preocupaciones y los nuevos ídolos que tantas veces nos subyugan. Preparando la fiesta de Navidad la liturgia de la Iglesia nos anima, en estas semanas de Adviento, a contemplar nuestra propia historia de salvación y observar a los justos del Antiguo Testamento que esperaron la primera venida del Mesías. Leemos los oráculos de los profetas, cantamos los salmos y recitamos sus oraciones. Pero nosotros no hacemos esto poniéndonos en su lugar como si el Mesías no hubiese venido todavía, sino para apreciar mejor el don de la salvación que nos ha traído. ¡Qué gran regalo nos ha hecho Dios en su Hijo! Y, en ocasiones, con qué poco interés lo acogemos.
 
La espera activa, la oración constante, el compromiso evangelizador y la acogida de los “pequeños del mundo” hacen de la espiritualidad del Adviento una espiritualidad comprometida, un esfuerzo hecho como Iglesia para recuperar la conciencia de ser Iglesia para el mundo, reserva de esperanza y de gozo. La Iglesia, y con ella la familia cristiana, recupera en el Adviento su misión de anuncio del Mesías a todas las gentes y la conciencia de ser “reserva de esperanza” para toda la humanidad.
+ Carlos Escribano Subías,
Obispo de Teruel y de Albarracín
Fuente : agenciasic (2014
Publicado en Noticias.

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