Del 8 al 16 de julio
8:30 h. Eucaristía en las Carmelitas
19:30 h. Rosario, Novena y Eucaristía
en la Concatedral de Santa María,
presidida por los sacerdotes de la UDAP del centro de Guadalajara
(retransmitida por el canal de YouTube de la Concatedral y Guadalajaa Media TV)
* * *
En nuestra parroquia
19:00 h. Rosario, Novena y Eucaristía
La devoción a la Virgen del Carmen es sin duda una de las devociones de mayor acogida popular. La imagen de la Madre de Dios sosteniendo con una mano al Niño y mostrando en la otra el santo escapulario, está presente en la mayoría de nuestros templos y capillas. No es de extrañar, dado que el pueblo cristiano ha tenido el buen acierto de acudir a María siempre y en todo lugar, especialmente en los momentos de mayor necesidad…
De entrada me gustaría recordar que el escapulario no es un amuleto ni nada parecido. Es un recordatorio que nos ayudará a querer más a Nuestra Madre del cielo, conscientes de que en un momento malo, en la tentación, en la contrariedad, contamos con la ayuda de María, ya que teniéndola cerca nos permitirá ser más fuertes.
Os cuento una anécdota que hace un tiempo narraba el propio protagonista, el Papa San Juan Pablo II. Es muy hermosa. Hablando en cierta ocasión a un grupo de jóvenes de una parroquia de Roma, dedicada a la Virgen del Carmen, a modo de confidencia les dijo lo siguiente: “Debo deciros que en mi edad juvenil, cuando era como vosotros, Ella me ayudó. No podría decir en qué medida, pero creo que en una medida inmensa. Me ayudó a encontrar la gracia propia de mi edad, de mi vocación”. Y añadía: “La misión de la Virgen, la misión que toma inicio en el Monte Carmelo, en Tierra Santa, está ligada a un vestido, que se llama santo escapulario. Yo debo mucho, en mis años jóvenes, a éste su escapulario carmelitano. La Virgen del Carmen, madre del santo escapulario, nos habla de este cuidado materno, de esta preocupación suya para vestirnos. Vestirnos en sentido espiritual, vestirnos con la gracia de Dios, y ayudarnos a mantener siempre blanco este vestido” (San Juan Pablo II, Alocución, 15,I,1989).
El mismo Papa, en su visita a Santiago de Compostela, el año 1982, dijo lo siguiente: “Que la Virgen del Carmen os acompañe siempre. Sea Ella la estrella que os guíe, la que nunca desaparezca de vuestro horizonte. La que os conduzca a Dios, al puerto seguro”.
Como es sabido, el culto a la Virgen del Carmen está íntimamente unido a “aquella pequeña nube como la palma de la mano de un hombre que subía del mar”, que leemos en el Primer Libro de los Reyes, y que se divisaba desde el monte Carmelo, en tanto el profeta Elías suplicaba al Señor que pusiese fin a una sequía que ya se estaba haciendo demasiado larga y preocupante. La tradición ha querido ver en esa nube la figura de María, ya que Ella, al dar a luz al Salvador del mundo, nos ha proporcionado el agua vivificante de la gracia, de la que el mundo se estaba viendo privado a lo largo de toda la historia.
A mediados del siglo XIII se apareció la Virgen al General de la Orden de los Carmelitas, san Simón Stock, y le hizo la solemne promesa de llenar de gracias y de bendiciones muy particulares a los que llevaran devotamente el santo escapulario.
En concreto, la Virgen prometió la perseverancia final a los que muriesen con el escapulario. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que la Virgen nos ayudará a entrar en caminos de conversión y de arrepentimiento, dado que esta es la verdadera perseverancia final. No quiere decir, ni mucho menos, que el uso del escapulario sea una “patente de corso” para hacer lo que no debemos hacer, en contra de la voluntad y del querer de Dios, de su voluntad manifestada en los mandamientos y en la entraña del Evangelio. María, medianera de todas las gracias, nos concederá el don del arrepentimiento, si acudimos a ella con la confianza de un hijo con limitaciones y pecados, pero deseoso de ser cada día mejor.
Pido al Señor que la devoción a la Virgen del Carmen y el uso del escapulario sea un revulsivo cariñoso para amar más y mejor a su Hijo Jesucristo, y señal de su maternal protección.
Nos ponemos en su regazo y ahí nos sentiremos totalmente seguros hasta el final de nuestras vidas.
Con mi afecto y bendición
+ Juan José Omella Omella
(16 de julio de 2015)
(16 de julio de 2015)
Fuente:agenciasic.com