Monición de entrada: A las puertas ya del día de Navidad, nos reunimos en torno a la mesa del Señor, guiados de la actitud de entrega y fe en María. Y es así porque lo que se avecina es pura gratuidad. Jesucristo es don del Padre, es el mejor acontecimiento que le ha podido ocurrir al hombre…
Primera lectura: (2 Samuel t,1-5. 8B-12 14 a 16).
Nos disponemos a escuchar una antigua profecía: Dios dará al rey David una descendencia eterna. Esta profecía llega a su cumplimiento en Jesucristo.
Salmo 88:«Cantaré eternamente las misericordias del Señor»
Segunda lectura: (Romanos 16,25-27).
San Pablo salta de gozo porque por Jesucristo se manifiesta el plan salvador de Dios, anunciado por los profetas y destinado a todas las naciones.
Evangelio: (Lucas 1,26-38)
En el evangelio se reconoce a María como la mujer de la cual saldrá el Mesías esperado.
Oración de los fieles:
1. Por la Iglesia para que esté preparada, como María, a recibir al Salvador. Roguemos al Señor.
2. Por todas las personas que viven en el dolor y la miseria, para que sean respetadas en su dignidad, y seamos solidarios con ellos. Roguemos al Señor.
3. Por los niños, especialmente los que sufren malos tratos, para que sean mejor acogidos y más queridos. Roguemos al Señor.
4. Por los enfermos y ancianos; por los marginados: para que sepamos ver en ellos la imagen de Cristo. Roguemos al Señor.
5. Por todos nosotros para que crezcan nuestros deseos de recibir a Jesucristo y nuestro compromiso de ayudar a los demás. Roguemos al Señor.
Invitación a comulgar: Cuando se acerca la Navidad, la Iglesia nos invita a fijar nuestros ojos en la Virgen María: la que mejor esperó a Jesús. Que Ella nos acompañe ahora también, cuando nos acercamos a recibir la comunión del Cuerpo y la Sangre de Jesús.
Despedida: Terminamos la Eucaristía. Dios quiere salvarnos, quiere darse totalmente por nosotros. Decir sí a Dios es trabajar, vivir, gozar, relacionarse y ayudar desde la alegría de la salvación que Dios nos otorga.