Los doce artículos de la fe cristiana
Los apóstoles —guías y maestros de la fe— inspirados por el Espíritu Santo precisaron con claridad en estos doce artículos los dogmas fundamentales que todo cristiano debe creer.
1. Dios Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y la Tierra. Nuestra profesión de fe comienza por Dios porque Dios es «el Primero y el Último», principio y fin de todo (cf. Is 44,6). Y por Dios Padre porque el Padre es la primera persona divina de la Santísima Trinidad. El mundo de las cosas, el universo entero y especialmente la tierra son como un inmenso escenario donde el protagonista principal es el hombre. Dios creó todo para ponerlo al servicio del último ser que iba a crear: el hombre.
2. Jesucristo, Hijo único de Dios. Este artículo de fe «creo en Jesucristo», tendría que ser el primero del Credo, porque antes de creer en Dios Padre se ha de creer en Cristo, el Señor. No creemos en cualquier Dios, sino que creemos en el Dios que nos ha revelado Jesucristo.
3. Jesús fue concebido por obra y gracia del espíritu Santo y nacido de María la Virgen. El Hijo de Dios que existía desde toda la eternidad y que, por tanto, no tenía ni tiempo, ni raza, ni familia humana, ni hermanos, ni historia, se hace «carne», se hace hombre, en un lugar determinado, de una mujer llamada María. Esta mujer habrá de tener un puesto muy importante en la historia de la salvación, porque de sus entrañas dio el ser humano a Dios, fue la puerta de entrada de Dios en la historia.
4. Jesús fue crucificado, muerto y sepultado. Jesús murió por nuestros pecados según las Escrituras (cf.1Cor 15,3). En la última cena con los apóstoles anticipó la ofrenda libre de su vida. Él fue entregado, según el designio de Dios, para la salvación de los hombres, redimiéndoles de sus pecados, y gracias al amor con que ofreció su vida fuimos perdonados por Dios Padre.
5. Jesús descendió a los infiernos y al tercer día resucitó. La resurrección de Cristo no es una verdad de aritmética, sino una verdad llena de vida. El misterio pascual de Cristo —muerte y resurrección— forma el centro de compromiso cristiano, de la fe cristiana a partir del momento en que nos hacemos cristianos por el Bautismo. Por la resurrección el Cuerpo de Cristo no retorna a un estado de vida terrena como en el caso de los resucitados por el mismo Jesús, sino que pasa a un estado de vida celestial.
6. Subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios Padre. La Ascensión del Señor a los cielos no es un viaje espacial, es otra manera de afirmar la glorificación del Cuerpo de Cristo desde el momento de la Resurrección. Cristo salió del Padre y vino al mundo, deja el mundo y de nuevo vuelve al Padre. Vino en la humillación de la pobreza y del anonimato y vuelve como el Señor.
7. Jesús vendrá a juzgar a vivos y muertos. El Señor subió a los cielos, pero volverá. Ahora está allí, glorioso e inmortal, sentado a la derecha del Padre, ahora intercede en el cielo por nosotros, ahora vive invisible en la Iglesia, ahora está presente en los sacramentos. Pero llegará un día en que vendrá en la majestad de su gloria. El Señor ha de volver. Cristo vendrá para llevar a cabo la victoria definitiva del bien sobre el mal. No sabemos ni el día, ni la hora, porque Jesús no lo reveló, pero el Señor vendrá.
8. El Espíritu Santo. Es la tercera persona de la Santísima Trinidad. Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo: un solo Dios verdadero, una sola esencia o naturaleza divina, en tres personas divinas realmente distintas entre sí. Aunque las tres personas divinas actúan invisiblemente en el mundo, al Espíritu Santo se le apropia el Amor. Él es como el alma de la Iglesia, a la que santifica, asiste, protege y confirma en la verdad.
9. La Iglesia una, santa, católica y apostólica y la comunión de los santos. Dios quiso santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados, sin conexión entre sí, sino unidos en un pueblo que Él ha elegido y con el que ha establecido una alianza. Hay que destacar que los varios elementos que componen la Iglesia forman un organismo vivo con distintas funciones en la unidad total de un solo cuerpos. La Iglesia es comunión de los santos en cuanto a los fieles participan de las cosas santas: la fe, los sacramentos, los dones, el Espíritu Santo, el amor fraterno entre todos y los bienes compartidos.
10. El perdón de los pecados. Cristo durante su vida en la tierra, perdonó muchas veces a los pecadores. Este mismo poder es el que Jesús comunica a sus apóstoles cuando resucitó de entre los muertos. La Iglesia siempre ha considerado que este poder de perdonar los pecados fue dado a los apóstoles y a quienes han continuado en el mismo servicio que ellos, que son los obispos, quienes a su vez lo dan a los presbíteros.
11. La resurrección de los muertos. Del mismo modo que Cristo ha resucitado verdaderamente de entre los muertos y que vive para siempre, igualmente nuestra vida no termina dentro del sepulcro. Como Jesús de Nazaret, resucitaremos por el poder de Dios en el último día.
12. La vida eterna. El mundo en que vivimos, en el que venimos a la luz y en el que morimos, no tiene en sí mismo la vida eterna, ni siquiera es capaz de dársela al hombre. La vida eterna está solamente en Dios y viene de Dios. Somos hijos de Dios, pero todavía no hemos comparecido ante Cristo en la gloria. A pesar de nuestra cualidad de hijos habitamos provisionalmente una tierra extranjera.
Mons. Ángel Rubio Castro
4 de febrero de 2013