PARROQUIA DE SAN NICOLAS EL REAL
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Historia
La fundación del Colegio de la Santísima Trinidad de la Compañía de Jesús, se produjo en 1619, en la actual ubicación de la iglesia de San Nicolás. Dicha institución tuvo su origen por la cesión del matrimonio formado por D. Diego Lasarte Molina y Dª. Mencia de Lasarte, de las casas que tenían frente a la primi¬tiva iglesia de San Nicolás. La fundación dispuso de una renta anual y otros bienes, para la instalación y el sostenimiento de este colegio. El primer rector de esta casa jesuítica fue el alcarreño Hernando Pecha, ilustre historiador de la ciudad.
Año 1619
Sin embargo, tras ocupar un tiempo dichas edificaciones, la Compañía de Jesús logró adquirir el contiguo palacio de los Condes de Coruña1, trasladando allá el Colegio en 1645.
Al poco tiempo después, los jesuitas procedieron al derribo de las casas de los Lasarte, para proceder en el solar resultante, a la construcción de la capilla del Colegio de la Santísima Trinidad (actual parroquia).
Año 1645
La expulsión de España de la Compañía de Jesús, (Pragmática Sanción) decretada por el Rey Carlos III en 1767, trajo consigo la incautación de todos sus bienes por parte del estado. Todas las propiedades de los religiosos expulsados pasaron a poder de un fondo denominado “Temporalidades”, administrado por representantes del Rey.
Por otra parte, frente a la mencionada capilla del Colegio jesuita (en el espacio ocupado por el Banco de España), se encontraba situada la antigua y primitiva parroquia de San Nicolás, de la que prácticamente carecemos de información.
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Dejaremos que sea el cronista Dr. Layna Serrano, el que nos facilite los escasos datos relativos a dicha iglesia:
“La campana de San Nicolás era la que por privile¬gio del Cabildo de Abades convocaba en la Edad Media a las reuniones del Concejo, cele¬bradas en el atrio de la iglesia de San Gil; los cronistas del siglo XVI con su lastimosa parquedad en la descripción de mo¬numentos limítanse a decir que era muy capaz y hermosa y no poseo datos para juzgar de sus características arquitectónicas, pero al hundir el teatro para ser construido en su solar la mencionada sucursal bancaria apareció un be¬llo arco mudéjar exornado con policromos azule¬jos y complicadas labores, arco quizá perteneciente a alguna capilla; fácil hubiera sido re¬construirlo en cualquier parte luego de atrozarlo con cuidado, mas aun cuando por ocurrir esto hace poquísimos años era de esperar que la mayor cultura de los tiempos a tal conservación condujera, lo cierto es que siguiendo la censu¬rable costumbre se convirtió en escombros como todo el edificio. Los Condes de Coruña poseyeron en la antigua parroquia de San Nicolás su correspondiente capilla a la que enriquecieron con un lignum crucis objeto de especial veneración y que se acostumbraba a sumergir en el Henares cuando se hacía alguna procesión hasta la ermita de Nuestra Señora de Afuera, mas en una ocasión escápasele al preste de las manos sin que se pudiera recuperar tan preciada reliquia, y cuando la atribulada muche¬dumbre volvió a San Nicolás encontró por arte milagroso a aquélla en el altar. Con mu¬cho, era la capilla más notable del templo la que sirvió de enterramiento a la noble familia de los Campuzano, existiendo en ella el magnífico sepulcro del comendador de Santiago don Ro¬drigo, muerto en 1488; también por sus sepulturas era inte¬resante la capilla fundada a fines del siglo XVI por la noble señora doña Mariana Osorio de la Peña y Contreras que allí yacía con sus padres y sus hermanos Juan y Diego, caballeros ambos del hábito de San Juan; por último, la que en 1603 fundó y dotó doña María de Encinas hija del caballero Sancho de Lasarte”.2
Libro Historia de Guadalajara
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Debido al mal estado en que se encontraba la antigua iglesia, se decidió el traslado de la parroquia a su actual situación en la capilla jesuita, siendo realizado en el año de 1770 mediante Real Decreto, pasando a denominarse “Real Parroquia de San Nicolás”.
Año 1770
Por último, dejar noticia de que el Colegio de la Santísima Trinidad pasó a ser «Casa de Educación», impartiéndose nociones de Latinidad y Retórica, y el edificio de la antigua iglesia de San Nicolás se utilizó como instalación complementaria, corriendo los gastos de mantenimiento por parte del Ayuntamiento. Posteriormente, el edificio sirvió de panera municipal.
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Cédula del traslado de la parroquia
Parroquia del Real de San Nicolás.
Su Traslación secreta en 7 de Septiembre de 1770
En el día siete del mes de septiembre del año de mil setecientos setenta, se trasladó la Parroquia de San Nicolás de esta Ciudad de Guadalaxara a la Iglesia que fue antes de los Regulares, llamados Jesuitas de la Compañía de Jesús, expatriados de todos los dominios de nuestro católico monarca
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Parroquia del Real de San Nicolás.
Su Traslación Pública en 8 de Septiembre de 1770
(que Dios guarde) y desde el día de dicha traslación se mandó llamar, en virtud de Real Decreto, con el dictado de Real Parroquia de San Nicolás, cuya traslación se practicó en la forma siguiente.
En el día quatro de Abril del año de Mil setecientos sesenta y siete fueron extrañados de todos los dominios de España, Indias e Islas adyacentes de nuestro Católico monarca, todos los Regulares de la Compañía llamada de Jesús, con cuyo motivo quedaron vacantes sus Iglesias. Pidió el Consejo informe a todas las Ciudades [preguntando] para qué Iglesias serían a propósito las de dichos Jesuitas, y así lo practicaron; y por lo respectivo a la que tenían en esta Ciudad, expuso el Ayuntamiento de ella que era muy del caso se trasladase a dicho templo la Parroquia de San Nicolás. Y sin embargo de otras propuestas que quisieron desvanecerla, mereció la aprobación de Nuestro Católico Monarca, y a su consecuencia, expidió su Real Zédula para que así se efectuase, como lo había propuesto la Ciudad, y que en lo subcesivo se llamase con el título de Real Parroquia de San Nicolás, y que se la guardasen los mismos honores, Regalías y preeminencias que gozan y se conceden a las demás Iglesias y casas que están bajo de su Real Patronato. Que a este fin reservaba Su Majestad el Patronato eminente y protección inmediata bajo la autoridad de la Cámara, sin que esto obstase ni impidiese el que cada Patrono continuase en dicha Iglesia con el mismo Patronato y con los mismos honores que antes seguían. Que en las Puertas principales y demás partes que conviniese se pusiese el Escudo de sus Reales Armas, y que en lo subcesivo estuviese bajo de su real protección y cuidado de su Real Cámara, reservando para sí Su Majestad el Patronato eminente y protección inmediata, sin que esto obstase ni embarazase el que cada Patrono continuase en dicha Iglesia con su mismo Patronato como antes lo practicaba y con los mismos honores y preeminencias. Que todo esto se hiciese con acuerdo del Diocesano. Que los ornamentos y vasos sagrados quedasen en San Nicolás todos los necesarios, y el sobrante se aplicase a otras Iglesias pobres, con otras particularidades que se contienen en dicha Real Zédula: Y todo se puso en execución como en ella se contenía.
Antes de hacerse la traslación se reparó la Iglesia de los Regulares, que costó cuatrocientos Ducados y Su Majestad costeó la mitad del importe.
Por orden de Su Eminencia, el Sr. Arzobispo, se hizo la traslación como se había hecho en Madrid en los oratorios de San Phelipe Neri y El Salvador, que fue de la forma siguiente:
En el día siete del mes de Septiembre del año de mil setecientos setenta, se dijo misa a las seis de la mañana, a puerta cerrada, por Don Pedro Cabezón, Cura de San Gil en la Iglesia de los Regulares y en ella puso formas, que las consagró y depositó en el Sagrario del Altar mayor, donde celebró; y así quedó ya en esta Iglesia Sacramento, y a todo el acto acudió el Escribano de las temporalidades, Don Blas Medel, para dar fe de ello y anotarlo en los Autos originales. Después pasó el mismo Escribano a la Parroquia de Nicolás, donde vio decir misa en el altar mayor a Don Bartolomé Casado Ripando, actual Cura de San Nicolás, en la que vio que, después de sumir las especies consagradas, sacó el copón del sagrario con la cajita en que se reservan algunas formas para llevar a los enfermos, y todas las sumió, sin que quedase desde aquella hora más Sacramento en dicha Parroquia, y así ejecutado se verificó que nunca faltó Sacramento en la feligresía, y así fue también el modo como se practicaron las traslaciones en Madrid, en dichos oratorios, habiendo llevado a la nueva Parroquia aquella noche ocultamente todas las efigies de los Santos con si titular San Nicolás.
En el mismo día siete, a la noche, se trajo en procesión desde su hermita a la Virgen del Amparo y a ésta asistió toda la nobleza de esta Ciudad, con varias Excelencias y Títulos de Castilla, que a la sazón se hallaban, llevando la capa el Sr. Abad de Curas y Beneficiados, Don Antonio Oñez, Beneficiado de la misma Iglesia; y al tiempo de llegar la Imagen a las puertas de los Regulares, se abrieron las puertas de plano, que tres años hacía no se habían visto abiertas, y entró la Virgen Santísima con la multitud de almas que estaban aguardando esta ocasión, a repique de las campanas de ambas Iglesias. Estaba la Iglesia toda, de arriba abajo iluminada de velas puestas en Arañas y Cornucopias y aderezada con el primor que jamás se vio y estuvo así hasta las nueve de la noche, con su orquesta de música, con cuyo acompañamiento se cantó una solemne Salve. En este intermedio, de ocho a nueve, hubo su buena pólvora con árbol grande y varias invenciones manuales.
En la mañana del día ocho, fiesta de la Natividad de Nuestra Señora, que cayó en sábado, se celebró la traslación Solemne, a cuya misa asistió la Ciudad, Cabildo eclesiástico y toda la clerecía, a quienes se convidó de antemano. Dijo la misa el Sr. Abad con la misma autoridad y solemnidad que el día de San Pedro. Predicó el Cura propio de San Nicolás, Don Bartolomé Casado Ripando; hubo manifiesto todo aquel día y por la noche hubo Salve Solemne, por ser víspera del Dulcísimo nombre de María, en que se celebra las Virgen del Amparo y motivo por que se trajo el día de antes, con igual iluminación, hasta las nueve de la noche.
En el día siguiente, nueve de Septiembre, domingo, en que se celebró el Dulcísimo Nombre de María, hizo la función la Priostra, que lo fue la Excelentísima Sra. Marquesa de San Gil, y predicó Don Pedro Cabezón, Cura de San Gil, y dijo la misa el dicho Cura de San Nicolás, e hubo manifiesto todo el día, y al ponerse el Sol se reservó y formó la Procesión para restituir a la Virgen a su hermita, que se hizo con el más lucido y numeroso acompañamiento que jamás se vio.
En el día tercero, hubo tercera y última función, que lo fue el día diez, y predicó Don Juan Antonio Clavero, presbítero parroquiano y bautizado en San Nicolás, e hubo igualmente manifiesto; fue el sermón de Colocación y de Santa María Magdalena, una de las funciones que tenían y cumplían los Regulares, y en todos tres días estuvo en el Presbiterio el Retrato de Su Majestad bajo de su dosel, como Patrono de la Iglesia y a quien se dirigían las funciones como quien había donado semejante Iglesia, y con esto se terminaron las funciones de traslación.
Por si en lo subcesivo se traspapela, pierde o quema el Original del Archivo donde consta difusamente todo lo relacionado, se pone esta corta nota de lo acaecido, por mí, Don Bartolomé Casado Ripando, cura propio de San Nicolás el Real, a quince de Septiembre de mil setecientos setenta.