24º Domingo Tiempo Ordinario – Ciclo A- Reflexión

 
Palabra de DiosEn el Evangelio de este domingo, Pedro plantea una pregunta a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo?». En el Evangelio «no son muchos los momentos en los que una persona pide perdón» Está, por ejemplo, «la pecadora que llora sobre los pies de Jesús, lava los pies con sus lágrimas y los seca con sus cabellos»: en ese caso «la mujer había pecado mucho, había amado mucho y pide perdón». Luego se podría recordar el episodio en el que Pedro, «tras la pesca milagrosa, dice a Jesús: “Aléjate de mí, que soy un pecador”»: allí él «se da cuenta de que no se había equivocado, que había otra cosa dentro de él». También, se puede volver a pensar en el momento en el que «Pedro llora, la noche del Jueves santo, cuando Jesús lo mira».
 
En todo caso, son «pocos los momentos en los que se pide perdón». Pero en el pasaje propuesto por la liturgia Pedro pregunta al Señor cuál debe ser la medida de nuestro perdón: «¿Sólo siete veces?». Jesús responde al apóstol «con un juego de palabras que significa “siempre”: setenta veces siete, es decir, tú debes perdonar siempre». Aquí, subrayó el Papa Francisco, se habla de «perdonar», no simplemente de pedir disculpas por un error: perdonar «a quien me ha ofendido, a quien me hizo mal, a quien con su maldad hirió mi vida, mi corazón».
 
He aquí entonces la pregunta para cada uno de nosotros: «¿Cuál es la medida de mi perdón?»
 
 
La respuesta puede venir de la parábola relatada por Jesús, la del hombre «a quien se le perdonó mucho, mucho, mucho, mucho dinero, mucho, millones», y que luego, bien «contento» con su perdón, salió y «encontró a un compañero que tal vez tenía una deuda de 5 euros y lo mandó a la cárcel». El ejemplo es claro: «Si yo no soy capaz de perdonar, no soy capaz de pedir perdón». Por ello «Jesús nos enseña a rezar así al Padre: “Perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”».
 
¿Qué significa en concreto? El Papa Francisco respondió imaginando el diálogo con un penitente: «Pero, padre, yo me confieso, voy a confesarme… —¿Y qué haces primero de confesarte? —Pienso en las cosas que hice mal. —Está bien. —Luego pido perdón al Señor y prometo no volver hacerlo… —Bien. ¿Y luego vas al sacerdote?». Pero antes «te falta una cosa: ¿has perdonado a los que te han hecho mal?». Si la oración que se nos ha sugerido es: «Perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los demás», sabemos que «el perdón que Dios te dará» requiere «el perdón que tú das a los demás».
 
Como conclusión, el Papa Francisco resumió así la meditación: ante todo, «pedir perdón no es un simple pedir disculpas» sino que «es ser consciente del pecado, de la idolatría que construí, de las muchas idolatrías»; en segundo lugar, «Dios siempre perdona, siempre», pero pide que también yo perdone, porque «si yo no perdono», en cierto sentido es como si cerrase «la puerta al perdón de Dios». Una puerta, en cambio, que debemos mantener abierta: dejemos entrar el perdón de Dios a fin de que podamos perdonar a los demás.
 
 Santo Padre Francisco
Fragmentos de homilía
Santa Misa en Sta. Marta
10 de marzo de 2015
Fuente: vatican.va
Publicado en Lectio Divina.

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