La Fe necesita el encuentro con Cristo vivo

Fe y prácticas religiosas
De la Carta Pastoral “Firmes en la Fe””
D. Atilano Rodríguez. Obispo de la diócesis Sigüenza- Guadalajara
 
Desde el profundo respeto que me merece cada persona, con cierta frecuencia me pregunto: ¿Cómo es posible afirmar que se cree en Jesucristo, muerto y resucitado por la salvación de la humanidad, y no acudir después al encuentro con su Palabra y con su Persona bajo las especies sacramentales del pan y del vino en la Eucaristía? ¿Cómo se puede rezar el Credo diciendo que creemos en la vida eterna y no acoger la Eucaristía como alimento de vida eterna?
 

Un número muy importante de españoles manifiesta públicamente su pertenencia a la Iglesia católica. Sin embargo, sólo un grupo reducido confiesa ser practicante. Si tenemos en cuenta los resultados de las encuestas, podríamos concluir que algunos bautizados afirman ser católicos, pero no experimentan la necesidad de confesar su identidad creyente, participando con los restantes miembros de la comunidad cristiana en la celebración de los sacramentos, ni sienten rubor al manifestar que son «católicos, pero no practicantes».
 
Desde el profundo respeto que me merece cada persona, con cierta frecuencia me pregunto: ¿Cómo es posible afirmar que se cree en Jesucristo, muerto y resucitado por la salvación de la humanidad, y no acudir después al encuentro con su Palabra y con su Persona bajo las especies sacramentales del pan y del vino en la Eucaristía? ¿Cómo se puede rezar el Credo diciendo que creemos en la vida eterna y no acoger la Eucaristía como alimento de vida eterna? ¿Estaremos verdaderamente convencidos de que, bajo las especies del pan y del vino consagrados por la efusión del Espíritu Santo, Cristo resucitado se hacer real y verdaderamente presente para seguir salvando al mundo?
 
Si queremos renovar nuestra fe y superar con decisión la disociación entre la fe y las prácticas religiosas, es preciso que cada uno responda con sinceridad a las preguntas formuladas anteriormente. Para ello, además de abrirnos a la acción del Espíritu Santo en nosotros, necesitamos profundizar en la relación con Dios a través de la oración y la formación cristiana.
 
Esto nos ayudará a reconocer que no podemos seguir viviendo con una fe infantil e inmadura. La formación cristiana, recibida durante los años de la niñez a través de la catequesis familiar o parroquial, sirvió para vivir la fe en aquel momento, pero, con el paso de los años, al igual que ocurre en otros aspectos de la vida, necesitamos madurar y crecer en la formación cristiana para responder a los nuevos retos de la existencia.
 
El cristiano no puede perder nunca de vista que, tanto el seguimiento de Jesucristo como el compromiso creyente en la vida pública, le exigen madurar en la búsqueda de la voluntad de Dios y en la formación cristiana. Quienes no estén dispuestos a asumir esta necesidad de la formación para crecer en la adhesión y en el seguimiento de Jesucristo, permanecerán siempre en la vivencia de una religiosidad infantil aunque cumplan años.
 
En ocasiones, es verdad que todos podemos caer en las prisas o incurrir en la rutina a la hora de vivir la relación con Dios, pero esto no nos exime de la necesidad de encontrarnos con Cristo vivo, presente en su Palabra y en los Sacramentos, que sale constantemente a nuestro encuentro para que escuchemos con fe sus enseñanzas, para que nos alimentemos sacramentalmente de su Cuerpo resucitado y glorioso y, de este modo, podamos avanzar con decisión en el camino de la fe aprendiendo diariamente a ser discípulos.
 
D. Atilano Rodríguez
Obispo de la diócesis Sigüenza- Guadalajara
 
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